Vendedores del cementerio San Juan Bautista agradecen obras

A veces un trabajo sencillo como el bacheo o la repavimentación de un tramo de acceso al lugar donde descansan para siempre los seres queridos es un trabajo que se reconoce. La florista con más antigüedad lo celebra.

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En 28 años las autoridades municipales no se ocuparon del acceso al cementerio San Juan Bautista. Norma, la florista histórica de la zona, los tiene contados por una simple razón: recuerda el día en que se entregaron los por entonces nuevos puestos destinados a la venta de productos ornamentales y artes funerarias.

“Estamos muy contentos con este nuevo pavimento que por primera vez en muchos años permitirá a la gente visitar a sus seres queridos sin necesidad de andar saltando pozos ni corriendo peligro de caerse”, celebró la vendedora.

Norma saluda con gratitud a la reconstrucción integral del acceso al cementerio y el bacheo de las calles adyacentes, un proyecto que el Municipio capitalino encaró en pocos días con el objetivo de finalizar los trabajos antes del Día de la Madre.

“Es lo que le hemos solicitado a las autoridades y se está cumpliendo, gracias a Dios”, expresó Norma Romero Gálvez, la vendedora de flores con más atigüedad del cementerio San Juan Bautista, cuyo testimonio contribuye a refrescar los tiempos en que “todos llegaban en jardinera o en carro porque las calles eran de tierra y estábamos rodeados por el campo”.

Con 72 años como florista acreditada en el camposanto, Norma relató a época que “desde que tuve ocho años mis padres me inculcaron el valor del trabajo. Necesitábamos generar nuestro propio dinero para poder ir a la escuela y acá mismo, en la escalinata, yo vendía los ramitos de margaritas, claveles y yerberas a la gente”.

Eran tiempos en que todo se hacía a pulmón, inclusive las flores. “Mis padres tenían un pequeño lote frente a lo que hoy es la fábrica embotelladora de Quilmes. Ellos mismos plantaban las flores y cosechaban para vender en el cementerio y en otros lugares de la ciudad. Hoy todo eso lamentablemente se ha perdido y solamente revendemos lo que viene de afuera”, rememoró.

Norma añora los años en que compartió la florería con su hermano mayor, con quien todavía se reúne los domingos para hacer honor al legado de sus padres y sus abuelos, que vinieron de España “cuando todo esto era apenas un campo donde estaba todo por hacerse”.

“Hoy veo por fin que un nuevo intendente, el doctor Tassano, le da importancia al cementerio y a la zona. Están repavimentando, podando los árboles, haciendo las cosas que hemos esperado por tantos años. La gente llega para visitar a sus familiares fallecidos y se encuentra con un panorama diferente. La ciudad está cambiando y eso nos llena de alegría”, reflexionó.